INGENIERÍA CIVIL.
Italia cuna de grandes genios ¿ingenieros?.
Descubre en nuestros cursos de lengua y cultura italiana todo sobre ellos.
El Bel paese ha visto nacer grandes mentes maestras que a lo largo de la historia han formado parte esencial de la humanidad. Normalmente al hablar de Italia nos vienen a la memoria obras de arte maravillosas en el campo de la pintura, la escultura, la poesía, la literatura, la arquitectura y hasta varios de los inventores y científicos más reconocidos de todos los tiempos.
- El telescopio.
En realidad, Galileo dio
una demostración pública del telescopio en Venecia, en 1608, pero las primeras
lentes refractivas, es decir, el grado de amplificar la luz proveniente de un
objeto lejano fueron construidas en Holanda pocos años antes. Galilei tiene el
mérito de perfeccionar el instrumento para uso astronómico.
- Los diálogos.
Para difundir sus ideas
en la manera menos aburrida posible, inventó “Los Diálogos” entre tres
personajes que hablan con entusiasmo sobre problemas astronómicos, de mecánica
y de filosofía, sosteniendo cada uno ideas diferentes, justo como hoy se hacen
los debates en los “talk shows” de la televisión.
- La oscilación del péndulo.
En 1785 cuando tenía 21
años, contando los latidos de su corazón usándolo como si fuese un cronómetro,
se dio cuenta que las oscilaciones de una lámpara en el techo del Duomo di Pisa
tenía siempre la misma duración, incluso cuando disminuían en la amplitud.
Formuló entonces una ley que regula las oscilaciones del péndulo, es decir, “La
ley del isocronismo”.
- Caída libre.
Se cuenta que subió al
punto más alto de la Torre de Pisa para hacer caer esferas con diferente peso.
Notó que el movimiento de las cosas no depende de su naturaleza sino, al
contrario de lo que se creía, que los cuerpos pesados y ligeros (en el vacío)
llegan al suelo con la misma velocidad y también que un objeto en caída libre
inicia a precipitarse lentamente para después tomar velocidad, es decir, que
acelera con el pasar del tiempo. Estos estudios influyeron para que Isaac
Newton desarrollara la Ley de la gravitación Universal.
- El proceso de Galileo.
Galileo fue procesado
por el tribunal de la Inquisición en el año 1633, donde lo condenaron por sus
teorías astronómicas que apoyaban las teorías de Copérnico, pues para la
Iglesia de entonces la Tierra era el centro del universo. El 22 de junio fue
obligado a pronunciar de rodillas la abjuración de su doctrina. La pena fue
conmutada y fue condenado a vivir bajo arresto domiciliario, pero Galileo
permaneció fiel a su método hasta su muerte, en 1642.
Las diez vidas de Leonardo da Vinci.
Leonardo
da Vinci fue, además de pintor excelso en la Edad de Oro de la pintura, genio
científico de múltiples facetas. Leonardo, hombre de espíritu moderno, nació en
el comienzo de lo que se conoce con el nombre de Renacimiento, y en el curso de
su vida previó o inventó muchas cosas que la ciencia ha tardado poco más de 400
años en descubrir.
Los
más importantes hallazgos de Leonardo permanecieron ignorados en sus
manuscritos, dispersos hasta fecha reciente, en que se empezó a compilarlos y
publicarlos. A su muerte, los coleccionistas buscaban ávidamente estos
manuscritos —de los cuales se ha perdido, tal vez, la mitad —, pero sólo para
tener páginas autógrafas del gran hombre, sin prestar atención a lo que contenían.
Este interés por los autógrafos tenía algo de caprichoso, pues Leonardo era
zurdo y escribía de derecha a izquierda (escritura que llaman de espejo porque,
poniendo lo escrito ante un espejo puede leerse sin dificultad). Como era
natural en hombre de tan extraordinarias y diversas aptitudes, acabó por
hacerse ambidextro.
Cuando
Piero da Vinci vio los primeros dibujos de su hijo, lo colocó de aprendiz en el
taller de Andrea del Verrocchio, en Florencia. Como éste cultivaba todas las
disciplinas en que Leonardo sobresaldría andando el tiempo —pintura, escultura,
arquitectura, música, geometría e historia natural —, maestro y discípulo se
vieron ligados por lazos de mutua simpatía. Frecuentaban el taller de
Verrocchio otros artistas jóvenes —uno de ellos llamado Botticelli — que se
hicieron amigos íntimos de Leonardo. Juntos discutían la manera de arreglar el
mundo, gastaban endiabladas bromas, luchaban entre sí o se divertían domando
potros. Éste era uno de los entretenimientos favoritos de Leonardo, cuya fuerza
era tal que, según se dice, podía doblar una herradura con una sola mano.
Las
matemáticas, la física, la botánica, la anatomía no eran para Leonardo ciencias
independientes de las bellas artes, sino parte integrante de ellas. En su opinión,
no existía diferencia esencial entre la ciencia y el arte. Una y otro eran
medios para describir el Universo único creado por Dios.
Leonardo
nació el 15 de abril de 1452.
**Adaptado de Selecciones del
Reader’s Digest (1967). Grandes vidas grandes obras. Biografías de hombres célebres.
México.
Mi padre Marconi
(Guglielmo Marconi).
Mi
padre sintió la atracción de la ciencia desde sus primeros años. A los 12, los
estudios de física y química absorbían por completo todo su interés. Una vez le
preguntaron sus padres cuál era la razón de su amistad con un hombre viejo y
ciego: “Este hombre — contestó — es un telegrafista retirado y me está enseñando
el alfabeto Morse”.
Tenía
20 años cuando leyó una nota necrológica sobre el físico alemán Heinrich Hertz,
en la que se describían los experimentos que aquél había realizado en el campo
de las ondas electromagnéticas. ¿Por qué no habrían de poder trasmitirse señales
a través del aire, sin alambres, igual que Hertz había trasmitido una chispa?
Después
del experimento de 1894, con el que obtuvo buenos resultados, realizó otros, en
los que llevó a cabo transmisiones a distancias cada vez mayores. Ofreció su
invento al gobierno italiano, pero el ministro de Correos y Telégrafos no mostró
interés alguno.
Su
madre lo animó diciéndole: “Quizá encuentres mejores oportunidades en mi país”.
En 1896, Marconi llegó a Londres con dos baúles llenos de instrumentos. Los
empleados de la aduana, sospechosos de lo que pudieran ser aquellos extraños
artefactos, los sometieron a un “examen” tan riguroso que acabaron por echarlos
a perder. Mi padre tuvo que rehacer todo el instrumental.
Cuando
nació mi padre, el 25 de abril de 1874, en la ciudad de Bolonia, un viejo
sirviente de la casa de mis abuelos exclamó: “¡Qué orejas tan grandes tiene!”.
A lo que su madre contestó con un orgullo que habría de ser profético: “Con
estas orejas será capaz de oír hasta la tenue voz del aire”.
**Adaptado de Selecciones del Reader’s Digest
(1967). Grandes vidas grandes obras. Biografías de hombres célebres. México.
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